abril 5, 2016

EFECTO DE LAS NALGADAS (AZOTES) EN EL CEREBRO DE LOS NIÑOS

Cómo disciplinar a la siguiente generación es un tema muy debatido. En 2015, una encuesta nacional mostró que más de la mitad de las mujeres y tres cuartas partes de los hombres en los Estados Unidos consideran que un niño a veces necesita unas “buenas nalgadas”.

La ciencia nos cuenta una historia diferente. Los investigadores dicen que de hecho, el castigo físico altera el cerebro, no sólo en el sentido de “estoy traumatizado”, sino en el de “literalmente tengo menos materia gris en mi cerebro”. “Exponer a los niños a castigo corporal severo puede tener efectos detrimentales en las trayectorias del desarrollo cerebral”, concluyó un estudio de 2009.

Puntos importantes

■La investigación muestra que las nalgadas y otras formas de castigo corporal pueden alterar los cerebros de los niños.
■Los estudios señalan que los niños que recibieron nalgadas con regularidad tenían menos materia gris en el cortex prefrontal.
■Estas áreas del cerebro han sido relacionadas a depresión, adicción.

En el estudio, castigo corporal severo se definió como por lo menos una sesión de nalgadas al mes por más de tres años, realizada frecuentemente con objetos como un cinturón o una pala de madera. Los investigadores encontraron que los niños que fueron regularmente golpeados tenían menos materia gris en ciertas áreas del córtex prefrontal que han sido vinculadas a depresión, adicción y otros desórdenes mentales, comentan los autores del estudio.

Los investigadores también encontraron “correlaciones significativas” entre la cantiad de material gris en estas áreas cerebrales y el desempeño de los niños en un test de IQ. Varios estudios más apoyan estos resultados. Un estudio de 2010 publicado enPediatrics encontró que las nalgadas frecuentes –más de 2 en el mes previo-cuando el niño tenía 3 años estaban relacionadas con mayor riesgo de niveles de agresión más altos en el niño cuando tuviera 5 años.

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Detrás de toda esta jerga científica, está el hecho de que el castigo corporal es dañino para los niños. Esa materia gris que hemos estado sacándoles a golpes es la clave para que su cerebro pueda aprender autocontrol. “Cuanta más cantidad de materia gris tengas en la parte de tu cerebro que se encarga de tomar decisiones y procesar pensamientos (córtex prefrontal), mayor será tu habilidad para evaluar las recompensas y las consecuencias”, escriben los autores de un estudio de 2011 que se publicó en el Journal of Congitive Neuroscience.

La triste ironía es que cuanto más castigas físicamente a tus hijos por su falta de autocontrol, menos lo tienen. Aprenden cómo estar controlado por fuerzas externas (padres, maestros, jefes), pero cuando el jefe no está viendo ¿entonces qué? Elizabeth Gershoff, profesora asociada en la Universidad de Texas en Austin, ha estado estudiando el castigo corporal por 15 años, y al día de hoy es reconocida como investigadora líder en ese tema en los Estados Unidos.

“No hay ningún estudio que yo haya hecho jamás que haya encontrado una consecuencia positiva de las nalgadas” dice Gershoff. “La mayoría de nosotros dejaremos de hacer algo si alguien nos golpea, pero eso no significa que hemos aprendido por qué alguien nos golpea, o qué deberíamos hacer en vez de eso, lo cual es el verdadero motivo de la disciplina”.

Inicialmente se creía que las nalgadas estaban, cuando menos, asociadas con la inmediata obediencia de los niños, y que la calidez parental podría amortiguar cualquier efecto negativo. Pero el hallazgo de que las nalgadas producían obediencia “estaba sobre influenciado por un estudio” dice Gershoff; resulta que las nalgadas “no vuelven a tus hijos már obedientes. Tú piensas que sí…Pero no lo hacen.”

¿Con qué se asocian las nalgadas? Agresión, delincuencia, problemas de salud mental. Y con algo llamado “atribución de hostilidad” (“hostile attribution bias”), que provoca que los niños, esencialmente, esperen que las personas sean malos con ellos. Esta atribución hace que el mundo se perciba especialmente hostil. Como resultado, los niños están siempre en el límite y listos para regresar la hostilidad. A través del tiempo, a través de las culturas y etnias, los resultados son consistentes: los golpes hacen real y medible daño al cerebro de nuestros niños.

Y así, dice Gershoff, en 19 estados aún es legal que las escuelas utilicen las palas de madera. Para aquellos que piensan, “A mí me golpearon y estoy más que bien” o “Yo golpeo a mis hijos y están perfectos,” considera que no sabes cómo tú o tus hijos se hubieran comportado en un mundo sin golpes. Puede ser que tus hijos están prosperando no porque los golpeaste, sino a pesar de ello.

Información de: crianzaconapegonatural.com


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